Voy a contarles mi historia.

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Voy a contarles mi historia. No es una historia de amor ni tiene un final feliz, pero es la �nica que tengo por haber nacido as�: FEO, muy FEO.

Cuando nac�, el doctor fue a la sala de espera y le dijo a mi padre “Hicimos lo que pudimos…pero sali�”.

Mi mam� no sab�a si quedarse conmigo o con la placenta.

Como era prematuro me metieron en una incubadora… con vidrios polarizados.

Mi madre nunca me dio el pecho porque dec�a que solo me quer�a como amigo. As� que en vez de darme el pecho, me daba la espalda.

Es por eso que debo haber quedado petiso, tan petiso que en lugar de ser enano, soy profundo. De chico iba por los cuarteles para que me gritaran: �alto!, �alto!.

Yo siempre fui muy peludo. A mi madre siempre le preguntaban: Se�ora, a su hijo �lo pari� o lo teji�?.

Mi padre llevaba en su cartera la foto del ni�o que ya ven�a en la cartera cuando la compr�.

Pronto me di cuenta que mis padres me odiaban, pues mis juguetes para la ba�era eran un radio y un tostador el�ctrico.

Una vez me perd�. Le pregunte al polic�a si cre�a que �bamos a encontrar a mis padres. Me contesto: No lo s�; hay un mont�n de lugares donde se pudieron haber escondido.

Y para colmo era muy flaco, tan flaco que un d�a met� los dedos en el enchufe y la electricidad err� la patada. Era realmente flaco: para hacer sombra ten�a que pasar dos veces por el mismo lugar. Pero mi problema no era ser tan flaco sino ser FEO.

Mis padres ten�an que atarme un trozo de carne al cuello para que el perro jugara conmigo.

Si amigos, yo soy FEO, tan FEO que una vez me atropell� un auto y qued� mejor.

Cuando me secuestraron, los secuestradores mandaron un dedo m�o a mis padres para pedir recompensa. Mi padre les contest� que quer�a mas pruebas.

Yo creo que no pagaron el rescate porque en casa �ramos muy pobres. Pero eso s�, a pesar de nuestra situaci�n econ�mica, somos muy honrados. Mi padre era tan honrado que un d�a encontr� trabajo, y lo devolvi�.

Por eso tuve que trabajar desde chico. Trabaj� en una tienda de animales y la gente no paraba de preguntarme cu�nto costaba yo. Un d�a llam� una chica a mi casa dici�ndome: “Ven a mi casa que no hay nadie”. Cuando llegu� no hab�a nadie.

A mi mujer le gusta mucho hablar conmigo despu�s del sexo. El otro d�a me llam� a casa desde un motel.

El psiquiatra me dijo un d�a que yo estaba loco. Yo le dije que quer�a escuchar una segunda opini�n. “De acuerdo; adem�s de loco es usted muy feo”, me dijo.

Una vez cuando me iba a suicidar tir�ndome desde la azotea de un edificio de 50 pisos, mandaron a un cura a darme unas palabras de aliento. Sus palabras fueron: “En sus marcas, listos…”

El �ltimo deseo de mi padre antes de morir era que me sentara en sus piernas. Lo hab�an condenado a la silla el�ctrica…

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